5 - Nixon se sabe derrotado. Frost/Nixon ha sido una de mis debilidades de este pasado 2009. Pasó casi inadvertida, y tras el fiasco que supuso Benjamin Button (impensable que no me gustase demasiado esta peli de mi adorado Fincher), más me sorprendió que mi peli favorita de los pasados Oscars estuviese dirigida por mi archienemigo, Ron Howard. No la esperaba demasiado buena, pero conforme la historia avanzaba me enganchaba más y más. ¿Por qué? Sencilla y llanamente porque el enésimo estudio del poder escrito por Peter Morgan era simplemente brillante y nos deconstruía un momento clave en la historia del periodismo y, más particularmente, en la historia estadounidense. La magnética interpretación de Langella, que lleva el personaje hasta límites insospechados, consigue que incluso empaticemos con este Nixon casi carismático, y que sintamos pena por cómo está apabullando a David Frost con sus respuestas. Pero este consigue cortarle en seco: ¿Y el pueblo americano?. Y nos proporciona el que es, bajo mi punto de vista, el plano del año, un detalle conseguido gracias a la magnífica interpretación de un actor y a que Ron Howard no metió la pezuña. La soberbia del rey destronado, la humillación de Goliat al ser vencido por David. Todo ello gracias a un elemento puramente televisivo: el reduccionismo del primer plano. Nixon duda y finalmente responde: les fallé.

4 - Hans Landa aparece de forma leoniana. Con Death Proof Tarantino tocó fondo. Hizo una película mala, insufrible, aburrida, egocéntrica, pretenciosa. Una broma hecha para él y su amiguito, el desastroso Robert Rodríguez, sencillamente insoportable, siendo la peor película del 2007 con absoluta diferencia (aunque también anda por ahí Inland Empire). Con Malditos bastardos no ha vuelto el mejor Tarantino, ese de Reservoir Dogs y Pulp Fiction, si no ese irregular capaz de darnos momentos impagables y otros pesadísimos y aburridos donde se le va la mano con la verborrea. Cinéfila y excesiva, el plagiador con más talento del cine actual nos presenta a su personaje icono de una forma que recuerda a Lee Van Cleef y su espectral aparición en El bueno, el feo y el malo. Desde este momento, Hans Landa (un recital de Christoph Waltz) se adueña de la película, y por ello es su mejor y su peor elemento: es tan bueno que cuando aparece no despegas la mirada, pero es tan bueno que hace que el conjunto (a excepción de Melanie Laurent, qué descubrimiento, y magnífica en el homenaje a Duelo al sol) se resienta cada vez que no aparece, especialmente con esos decepcionantes Bastardos que prometen más de lo que dan.




3 - Joseph Gordon Levitt baila enamorado. 500 days of Summer es una de las películas más disfrutables del año. Su protagonista Joseph Gordon Levitt está enamorado de Zooey Deschanel (como para no...). Zooey Deschanel no está enamorada de nuestro protagonista Joseph Gordon Levitt. Y en torno a ello se construye toda la historia, deparando momentos simplemente antológicos (la hermana del protagonista, Chloe Moretz, que interpretará a Hit Girl en Kick-Ass, es todo un descubrimiento), una relación que no es relación, entre dos personajes de los que te terminas enamorando, conectas con ellos y lo pasas bien cuando ellos lo pasan bien y te jodes cuando ellos están jodidos. Es lo que se llama una película bien construída. Eso sí, para verla hay que tener novi@ o haber estado enamorado alguna vez para entender ese cosquilleo que te entra al pensar en esa persona o la sensación de ir por la calle con la cabeza alta pensando en esa persona y con ganas de gritar "ESTOY ENAMORADO". 500 days of Summer habla de ello como pocas, y actualizando el mito de Cantando bajo la lluvia, pone a su protagonista a cantar y bailar en una mágica coreografía con toque muy cartoon en mitad de la calle mientras va hacia el trabajo para celebrar que por fin ha hecho el amor con ella. Realmente cuando estás enamorado y vas por la calle todo te parece maravilloso, parece que la gente te saluda y no puedes dejar de decirlo. Así es 500 days of Summer.
2 - El fin del sueño de los Wheeler. Si 500 days of Summer es la película más disfrutable del año, Revolutionary Road está en el otro extremo. Una película dura, intensa, terrible como pocas. Si Mendes ya revolucionó el cine dinamitando los cimientos de la sociedad norteamericana más clásica en esa obra maestra llamada American Beauty, aquí lo lleva un punto más allá aumentando la crudeza y el malditismo. Si bien el personaje de Spacey celebraba su mediocridad apartándose de todo y siendo libre de las ataduras, Frank Wheeler decide aceptar la mediocridad por dinero hundiendo así el sueño de su esposa. Cuando todo parecía que iba a mejor, cuando Mendes comienza a darles un respiro a todos los personajes y estos parecen ver la luz al final del túnel, todo sufre un giro de 180º. Como en American Beauty, como en Camino a la Perdición, como en la irregular Jarhead. Un embarazo, y una decisión cobarde por parte de Frank. Y tras unos preparativos realmente macabros (mientras April lleva el agua caliente se me vino inevitablemente a la cabeza el vaso de leche de Sospecha) llega la tragedia. Mendes saca a relucir una sensiblidad brutal y todo toma el tono de un poema desagradable y mortal, una pequeña panorámica de unos pies y un travelling out escalofriante. Y es que, si Revolutionary Road tiene mucho en común con su ópera prima al narrar las desventuras de una supuesta familia modélica, su final es calcado al de su epopeya gangsteril. Tom Hanks/Kate Winslet mira a través del cristal esa felicidad irreal que jamás podrá alcanzar, la paz en el horizonte. Y en el cristal se ve el reflejo de la muerte. Uno su némesis con el desfigurado rostro de Jude Law; la otra, la dura y apabullante realidad.






1 - Una vida en 4 minutos. Que Up es la mejor película del año es para mí un axioma (a pesar de los perros). Es innegable, el punto de madurez que han alcanzado los proyectos de Pixar la hacen a día de hoy ser la auténtica fábrica de sueños, esa que Hollywood cerró cuando empezó a venderse a las compañías de electrónica, televisión, y demás. Hay innumerables calificativos para Up, pero para ser directo, me quedaría con que es mágica. Apenas habían pasado 5 minutos de película y las lágrimas ya salían de mis ojos. Esos primeros cinco minutos contienen más cine que toda la carrera de muchos llamados maestros. La capacidad narrativa, la brillante economía del lenguaje, el portentoso uso de las elipsis... hay grandes momentos en esta cinta de animación, momentos de puro detalle con pequeños gestos, palabras, que la hacen ser la película de dibujos animados que John Ford habría firmado si siguiese vivo (hay detalles extraídos directamente de Las uvas de la ira, un referente poco infantil). Pero esos primeros 5 minutos son toda una lección de maestría cinematográfica. Una película sobre el inconformismo y la valentía, valores cada día más perdidos. Y un mensaje que a mí me hace falta aprender: los sueños, si luchas, se cumplen.
Y algunos que me dejo en el tintero:
- La muerte de Clint Eastwood en Gran Torino
- Los títulos de crédito a ritmo de Dylan de Watchmen
- La aparición del Dr. Manhattan en Watchmen
- El nuevo mundo ante los ojos de Coraline
- Dickens en la India: el niño ciego reconoce al protagonista en Slumdog Millionaire
- Melanie Laurent preparándose para la venganza a son de Bowie en Malditos Bastardos
- Malamadre aparece, como los grandes malvados del cine clásico, en Celda 211
- Januray Jones aparece en barco mientras suena Elenore, de The Turtles, en The Boat that Rocked
- La visita a Mike Tyson y Bradley Cooper con el tigre en Resacón en Las Vegas
- Distrito 9, a secas.
- Bill Murray se levanta como un zombie en Bienvenidos a Zombieland
- Jason Segel (love) y Paul Rudd tocan Tom Sawyer, de Rush, en la algo simplona Te quiero, tío